REMOLINO.


Tengo varios meses teniendo disquisiciones sobre el tema de la paz, parece ser que hay una edad donde lo que importa es la paz y yo, discrepo profundamente, se podría decir que estoy en las antípodas de eso, pero no porque ande en guerra. Si no porque ansío que la interacción con las personas me mueva, me turbe, me provoque la necesidad del movimiento.


Y ella es paz, ella es calma, ella le da paz a mil guerras, pero lo hace con una intensidad que me genera un remolino incesante-eso es lo que espero- cuando la veo y atino en su mirada mi cuerpo se paraliza pero mi alma revienta, descubro que la pasión de escribir y reescribir se renueva con solo pensarla, que el miedo de decirle lo mucho que me encanta enfila cañones de guerra, y los satélites que direccionan los misiles de esta tormenta que llevo por dentro se activan y orbitan sobre su interminable cabello negro.


Pensar en lo que se ha despertado, con este afán de escribirle que se ha vuelto repentino, el Switch del interruptor que se ha cambiado de posición para despertar la fiera del talento, la disciplina, las metas y las ganas; me emocionan, me hace creer que todo lo puedo alcanzar.


Pero no todo puede ser guerra, no puede ser todo un huracán, ¿Cuándo llega la calma? La calma ya está ahí, la calma ya llego, la calma es ella, la calma está en su seguridad, en que no debo correr, en que no debo insistir, en que no la tengo que buscar, ella está ahí, la evite y no se fue, la busque y estaba más que nunca.


Hoy no es un mensaje de buenos días, y no porque no tenga ganas, solo que no es necesario, no hay mejor buenos días que estas letras, los buenos días son la excusa para reactivar la conversación diaria y esta no es mi excusa, es mi razón para seguir viendo como lo pacifica todo y a la vez desata los demonios que ponen en marcha las ganas, la vida.


L.A

08/01/2025

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